Después de casi veintiocho años, aún recuerdo una historia que mi abuela materna solía contarme cuando era niña, lo curioso es que a pesar del tiempo, aún la tengo de principio a fin, bien guardada en mi memoria. El título es lo único de esta historia que no recuerdo, es más, me arriesgo afirmar que mi abuela jamás me lo dijo. Recuerdo a la perfección toda la historia, donde unas ranas que caían del cielo, tenían aterrorizado a todo un pueblo, unas ranas que parecían ser una maldición para aquello aldeanos, quienes creían haber recibido el castigo de algún dios enfadado con ellos . Ella, mi abuela, tenía la costumbre de contarme historias que nunca supe de donde provenían, o quién era el autor que las había creado, además nunca me las contó con un libro en sus manos, y eso me tenía fascinada. Historias, en muchos casos, con finales atípicos a los tan populares finales como, colorín colorado este cuento se ha terminado, o el tan leído final, y vivieron felices y comieron perdices. No, las historias de mi abuela eran diferentes. Yo solía pensar que, o bien, mi abuela tenía una memoria prodigiosa, para poder recordar todas aquellas historias con todos sus detalles, o que tenían una imaginación sin límites con la que inventar cuentos. Fuese como fuese, yo me sentía muy afortunada, pues tenía a mi propia cuenta cuentos, mi abuela Guillermina. Es cierto, que mucha de esas historias provocaban en mi una gran fascinación, sus cuentos hacían que me trasladara a un mundo tan real o más incluso, del que vivimos, el mundo de la imaginación. Aquellos cuentos después de adulta, descubrí que tenían unos mensajes de gran significación y con un simbolismo oculto. Se dice que los cuentos llegaron a España por la influencia de los árabes pero también es cierto, que los cuentos existían desde la época de los egipcios. Estos cuentos de siglos pasados, en sus inicios, no estaban creados para un público infantil pues los mensajes, en muchos de los casos, casi encriptados, servían de reflexión para los adultos. Unos cuentos cuyo final no eran feliz como los finales de las historias de nuestro siglo, y donde los personajes tenían que experimentar un camino espinoso para la preparación y entendimiento de la vida. Muchos expertos defienden que leer cuentos a los niños es sumamente importante para su desarrollo intelectual, y nadie lo discute. Leer es importante, pero para que la lectura influya de verdad en ellos, se deben tener en cuenta varios factores, uno de ellos, por poner un ejemplo, es el tono de voz con el que leemos a los niños. Leer por leer, no producirá el mismo efecto que involucrar al niño en la lectura. Acostar a un niño en la cama y leerle un cuento para que se duerma es, a mi parecer, tan absurdo como sentarle en la mesa y darle de comer un plato vacío. Muchos padres me dicen que leen a sus hijos antes de dormir, pero muchos de ellos, no digo todos, reconocen que lo hacen para que el niño se duerma, y la verdad, me parece horrible. El niño no es tonto, y pronto asociará que la lectura, tal y como sus padres se las presenta, es algo aburrido, y por consiguiente pensará que los libros son como somníferos con los que combatir el insomnio, y una herramienta de gran poder que los padres utilizan para librarse de ellos ¡Qué lástima!. No creo que ese deba ser el fin de un padre cuando se sienta a leer a su hijo un cuento. ¿No crees? Leer es maravilloso, y todos tienen el derecho de saborear este placer. El cuento, sin duda, tiene tantas interpretaciones como niveles de consciencia tiene una persona, pero sin importar el nivel de consciencia del lector, es indiscutible que leer es transformador y una herramienta poderosa, no sólo para quien lo escribe sino también, para quienes lo leen. Estoy segura de que todos estamos de acuerdo que la lectura es la llave maestra que abre cualquier puerta al conocimiento y a la creatividad. Por ello, creo firmemente en el poder del cuento. En el pasado, la falta de cultura se descongestionó gracias a las narraciones de historias de muchos autores, que en sus inicios firmaban como anónimo por los riesgo que suponía en el pasado decir lo que se pensaba en voz alta, narraciones que en muchos casos pasaron de generación tras generación, unas historias que nunca cayeron en el olvido como pueden ser los cuentos de Dickens. Sin duda alguna, los cuentos están cargados de muchas verdades enigmáticas con una aparente y dulce historia infantil que maquilla lo esencial, debido a que la verdad sólo es para aquellos que van más allá de las palabras. La historia de hoy, aunque parece un cuento, les aseguro que no lo es, ésta es una historia muy parecida a la de mi abuela, en la que caían ranas del cielo ¿Recuerdan? Pues, en esta historia basada en hechos reales, las piedras son las que caen del cielo y no las ranas. Su misterio parece que nadie ha podido resolverlo aún ¡O el que lo sabe, no ha querido contarlo! La primera lluvia de piedras de la que se tiene constancia fue en 1557, cuando Conrad Lycosthenes describió una lluvia de rocas que produjo la muerte de personas y de ganado. Estas piedras caídas del cielo misteriosamente fueron atribuidas a criaturas de origen sobrenatural. Este evento de la caída de piedras desde el cielo fue documentado en muchas otras ocasiones, como por ejemplo en Sumatra en (1903); Bélgica (1913); Francia (1921); Australia (varias veces entre 1946 y 1962); Nueva Zelanda (1963); Nueva York (1973) y en Arizona (1983). Los científicos admiten que no tienen una respuesta definitiva para explicar el fenómeno, un fenómeno que es mencionado incluso en la Biblia, como es citado en (Josué 10:11): “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron” Es cierto, que se ha intentando dar respuesta a este fenómeno de forma científica , pero nadie ha sido capaz de convertir la hipótesis en tesis, porque siempre hay una piedra en el camino que desmorona la teoría de estos frustrados profesionales. Hasta el momento, lo único que tenemos son especulaciones. Pero que vamos hacer, todavía no hemos resuelto la incógnita, ¿Quiénes somos? para estar dando respuesta a unas piedras que caen del cielo sin motivo aparente. Lo que si me atrevo decir, y seguro ustedes estarán de acuerdo, es que no es lo mismo ver caer unas gotitas de aguas, a ver caer piedras del cielo, ¡Eso no hay paraguas que lo resista! Algunas de las personas que relatan su experiencia con la lluvia de piedras dicen que la experiencia es horrible, no sólo por el peligro que conlleva que te caiga una piedra encima, sino que son sucesos que ocurren de forma inesperada, y que de la misma extraña forma que comienza también se detiene. En algunos casos dicen que las lluvias han durado días, semanas en incluso hasta meses. Uno de los testigos, afirmó que en una ocasión, cogió una de las piedras caídas del cielo y la marcó, para posteriormente lanzarla fuera de su casa, para su sorpresa la piedra volvió de regreso. Mas curiosidades sobre esta lluvia de piedras es que la dirección con la que cae, no es la misma que las tan conocidas gotitas de agua, sino que éstas parecen no tener una dirección fija y no es igual en todas las piedras, las hay hasta que caen en espiral, llegando a romper los techos y ventanas de las casas. ¡Una locura! En fin, para ir terminado con el blog de hoy, y que espero les haya gustado, les lanzo una inocente pregunta. ¿Qué tipo de arco iris puede producir una lluvia de piedra? No, no se me ha ido la piedra…la pregunta es sencilla y la repuesta…dejemos volar la imaginación ¿Alguien se anima?
«Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra»
-James Russell Lowell-